¿Por qué la quiero tanto?

Nao, o Blogger nao me deixa postar as fotos. Tive que abrir outro em outro servidor para poder armazenar as fotos. É já que estou indo embora! A 1ª foto é de +ou- 1 ano atrás, logo que a Jolie chegou. Todas as manhas ela subia (e ainda sobe) na pia do banheiro pra ver eu me arrumar. Logo no apê em BCN, escalando móveis, esbelta... Em Sant Cugat, namorando o jardim, louca pra correr atrás dos insetos e pássaros... à espreita em posiçao de caça... camuflada entre as plantas... e esta manha, já meio gordinha, namorando o jardim de novo... Está gorda, mas só come raçao e sobe e desce escadas o dia todo atrás de mim... correndo!!

Domingo voltamos à casa. Minha gatinha Jolie, que agora tem 2 anos (faz um ano eu a adotei num centro de proteçao dos animais), esteve sozinha em casa (com muita comida, água e seus brinquedinhos). A Nath esteve aquí estudando e fazendo-lhe companhia na tarde do sábado. Encontrou tudo normal, exeto pela árvore de Natal tombada no chao (qual é o gato que resiste a um monte de coisinhas penduradas???rs…). Quando subi as escadas da garagem, como sempre, a encontro esperando-me na porta, miando. Claro, ela estava “carente”, sentindo-se abandonada. Só que eu, morta de frio e febre, só queria cama e dormir. O Joan ficou aquí na sala, mas ela insistiu em ficar comigo no quarto (ela adora ele pois ele sempre deixa ela sair no jardim e dar umas escapadinhas). Durante toda a segunda-feira, estive de cama e ela esteve, literalmente grudada em mim o tempo todo, como se quisesse me consolar, super carinhosa... Geralmente ela está sempre por perto, mas nao “encima”.

Transcrevo, em espanhol, um trecho do livro “Curación Emocional”, de David Servan-Schreiber, reconhecido profissional da investigaçao médica e psiquiátrica, um dos especialistas em neurociência cognitiva e neurobiologia das emoçoes mais prestigiosos do mundo. Ele muitas vezes “receitava” um animal de companhia, ao invés de anti-depressivos ou ansiolíticos, quando no hospital, os outros médicos lhe enviavam pessoas idosas deprimidas que haviam sofrido alguma fratura ou acidente, antes de voltar para casa:
“…estudio publicado en el American Journal of Cardiology, según el cual se había estudiado durante más de un año a hombres y mujeres cuyo infarto hubiera estado acompañado de peligrosas arritmias. Quienes poseían un animal doméstico contaban con seis veces menos posibilidades de morir en el siguiente año que los demás. O también los de ese otro estudio, según el cual las personas ancianas que tenían un animal doméstico disponían de más resistencia psicológica frente a las dificultades de la vida y visitaban mucho menos a su médico… el llevado a cabo con enfermos de sida (AIDS), que mostraba que los propietarios de un perro o de un gato estaban más protegidos frente a la depresión. Finalmente, hacía referencia al evangelio de mis interlocutores: el sacrosanto Journal of the American Medical Association. En 1996, esa revista publicó un estudio que demostraba que las personas incapacitadas hasta el punto de no poder casi desplazarse –como los pacientes ancianos a los que me pedían visitar- eran más felices, contaban con una autoestima mayor y con una red de relaciones mucho más desarrollada si estaban acompañados por un perro. De hecho, también se ha demostrado que la simple presencia al lado de una animal nos hace “más atractivos” a los ojos de los demás.
Incluso los corredores de Bolsa se encuentran mejor si tienen un animal doméstico. Es uno de los trabajos más estresantes que existen: víctimas constantes de las fluctuaciones del mercado, sobre el que carecen de todo control, debiendo, a pesar de todo, cumplir con sus cuotas de ventas. ¿Qué tiene de sorprendente que una buena parte de ellos sufra hipertensión arterial precoz? El doctor Allen, de la Universidad de Buffalo, ha realizado un estudio poco convencional sobre un grupo de corredores de Bolsa de su ciudad. Los medicamentos contra la hipertensión que les recetaban les hacían efectivamente bajar la tensión por debajo del alarmante umbral de 16-10, al que podían llegar. No obstante, eso no impedía las subidas de tensión en los momentos de estrés. El doctor Allen le propuso a la mitad de ellos, que se llevasen a casa un perro o un gato (tenían derecho a elegir el animal). Seis meses después, los resultados hablaban por sí mismos: quienes tenían un animal doméstico no reaccionaban al estrés de la misma manera. No sólo tenían una tensión arterial estabilizada incluso en períodos de estrés, sino que su efectividad en ciertas tareas – cálculo mental rápido, exposición frente al público- era claramente mejor pues cometían menos errores, como si pudieran controlar mejor sus emociones y, por tanto, su concentración. En otro estudio, el doctor Allen pudo demostrar que las mujeres ancianas (más de setenta años) que viven solas pero con un animal doméstico tienen la misma presión arterial que las mujeres de veinticinco años que disfrutan de una vida social activa.”

Eu recomendo este livro, é excelente. E recomendo uma gatinha também…rs…. É mais excelente ainda.